jueves, 30 de octubre de 2014

Casita donde vivía familia acusado por ataque está numerada para ser demolida por trabajos 2da línea Metro.


El número L03-262, escrito con pintura roja, abarca el frente de la humildísima vivienda donde vivía la familia de Frankelis Holguín el joven  acusado de causar un incendio en uno de los vagones del Metro de Santo Domingo. Este lugar, que la familia debió abandonar  luego que el rostro del Frankelis saliera en todos los medios de comunicación es, hasta ahora, el único nexo que salta a la vista entre Holguín, proveniente de una familia que vive en la extrema pobreza, y el más moderno sistema de transporte del país.
Bajo las enormes vigas de cemento del puente Francisco del Rosario Sánchez, la casita número 13 de la calle Respaldo 17, un nombre pomposo para un callejón casi intransitable, al igual que las vecinas, está marcada para desaparecer.  Si alguien buscaba a quien pagar para atentar contra el Metro, ese lugar, lleno de miseria e incertidumbre, parecería ser el apropiado. Aunque nadie hace referencia a ello, ni vecinos, ni familiares de Holguín. Para la madre, el padre y el hermano, del joven la preocupación es otra, temen por su vida. 

“Tememos que lo vayan a matar”, esta es la frase que unifica el pensamiento de la familia del joven Frankelis Holguín, quien es acusado y, según el jefe de la Policía, se declaró culpable del incendio en el Metro de Santo Domingo el pasado lunes donde varias personas terminaron con quemaduras agudas y graves. 
Los padres del joven y uno de sus hermanos aseguraron que Frankelis, de 21 años de edad, se entregó porque no hizo nada, quiere mostrar su inocencia y quiere que se aclare esta situación. “El que hace una cosa así (provocar un fuego), no va a la Policía para que lo investiguen, él es un muchacho serio, con un corazón limpio”, dijo Rudilania Medina, madre del imputado. 

“Queremos que este proceso sea limpio, no queremos que se le haga daño. Mi hijo es cristiano por eso se entregó”, señaló la madre que, junto al resto de la familia, acudió a la fiscalía hasta donde fue lelvado su pariente. 
Dijo que confía en la inocencia de su hijo y aseguró que las declaraciones que hizo el jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, de que Frankelis había confesado que es culpable del hecho, no son ciertas. 
La madre, con el rostro preocupado y angustiada por lo que le pueda pasar a su hijo, sostuvo que él tiene golpes en el rostro, no ha comido ni se ha bañado. 

Su hermano, Adonis Holguín, lo calificó de excelente persona, trabajador y estudiante. “Cuando trabajaba en la mañana iba en la tarde a la universidad, estudia Derecho. Durante un tiempo la tuvo que dejarla porque tenía problemas en los pulmones y no podía. Pero este semestre él lo estaba cursando en la UASD”, manifestó. 

Explicó que el día del incendio Frankelis había salido al médico a hacerse un chequeo porque tiene problema de asma y una hernia en el vientre bajo. 

“Mi hijo solo trabajaba y estudiaba, y yo he luchado toda la vida para llevar a ese muchacho a donde está”, expresó el padre del joven Nicolás Holguín, quien se veía muy afectado emocionalmente por la situación y no quiso dar más declaraciones. 
La familia denunció que anoche la Policía fue a su casa, ubicada en el Respaldo San Luis, número 13, en el sector de Gualey, y rompió el CANDADO de la puerta, las camas y los platos. Ellos se mudaron del  lugar para poder estar “más tranquilos”. 
Se trata de la casita número L03-262 para ser desalojada en Gualey. Ahora la familia dice que pasa una noche en un sitio y otra en otro, con amigos.
Al llegar al lugar todos están pendientes de lo ocurrido. Sobre el comportamiento de Frankelis,  la versión  de los vecinos coincide con la de su familia. Estos aseguraron a listindiario.com que es un muchacho serio, estudioso y durante el tiempo que llevaba viviendo allí con sus padres y hermanos siempre fue respetuoso con los demás. 

“Es un muchacho sin problemas. Una familia cristiana, no creo que se haya declarado culpable.” Aunque llama  la atención que este mismo vecino, que no quiso identificarse, señaló que el joven “No hablaba con nadie”. 
Los residentes de la zona coincidieron en que Frankelis era un estudiante humilde, que sus únicas actividades  eran ir a la universidad y su trabajo. 
Era peluquero junto a su padre, y tenían su puesto en la pequeña galería de su casa color rosado, dijo Félix Alcántara, quien añadió que Frankelis trataba bien a sus clientes y era muy “higiénico” porque limpiaba el área de trabajo cada vez que terminaba de pelar a una persona. 
“Tengo 30 años viviendo aquí (en Gualey), y si en este lugar hay alguien que no le hace nada a nadie, es esa familia. A ese muchacho yo lo defiendo”, dijo Xiomara Pimentel. 
Los vecinos, que gritaban a una voz: “Inocente, inocente, inocente”, señalaron que irían a la Fiscalía a pedir justicia y aseguran que si Frankelis fuera un delincuente ellos no saldrían a defenderlo.
El joven vivía con sus padres y es el mayor de cuatro hermanos